octubre 30, 2025

Luis Ceravolo: «En ‘Odisea Invisible’ mi propuesta fue mucho más libre desde la batería»

7 minutos de lectura


Entrevista: Luis Mojoli

Luis Ceravolo, reconocido baterista y productor que formó parte del famoso octeto de Astor Piazzolla que grabó el disco Olympia ’77 en París, presentó en 2022 su nuevo álbum ‘Odisea invisible’. Editado por Acqua Records, este trabajo incluye una selección de obras de diferentes compositores con arreglos propios que conservan el carácter y la sonoridad originales del tango y el folclore argentino, incorporando un ingrediente clave como la improvisación. En aquella oportunidad, Rec Or Play Música dialogó con el músico en la previa al lanzamiento.

¿Cómo era tocar “Libertango” con Astor Piazzolla?
Tengo un recuerdo muy fuerte de como tocábamos “Libertango” con Piazzolla en la gira europea con la que llegamos al Olympia de París. Con ese tema empezábamos los conciertos. Primero entraba Tommy Gubitsch al escenario con una improvisación en guitarra, luego Ricardo Sánz se sumaba con su bajo eléctrico y ya se empezaba a crear el clima. Yo esperaba mi turno para mi entrada en la pata (al costado) del escenario junto a Astor. Seguía sumando Gustavo Beytelmann en free piano y Osvaldo Caló en órgano. Ya estaba encendido el fuego y entraba Daniel Piazzolla con unas secuencias tremendas de sintetizador Moog. Yo seguía esperando mi turno, hasta que Astor me dice: “¡Dale!” Ahí entro y hago mi solo. Luego se suma Chachi Ferreira y ya estábamos en el clima máximo; luego bajamos la intensidad esperando la entrada de Astor, quien esperaba sabiamente su momento. Entra Astor al escenario y la emoción que produce es tremenda en nosotros y en el público. Se ubica, espera y arranca con todo. ¡Mi Dios! ¿Cómo hacés un arreglo de “Libertango” después todo eso?

¿De qué manera le diste forma a “Libertango” para este disco, Odisea Invisible?
Lo primero que hice fue pensar en cómo tocar el ritmo, trabajé diferentes formas y combinaciones de manos y pies. Sin entrar en detalles técnicos, les juro que me compliqué la existencia. Los bateristas estamos preparados para tener independencia en manos y pies. Pero cuando quise tocar lo que había pensado, lo que había soñado, no lo podía tocar, me salía duro, forzado, mal. Practiqué muchísimo. Hacía una hora de calentamiento todos los días y luego practicaba este ritmo y las variantes que iba inventando.

¡Todo un desafío!
Sí, lo siguiente fue definir cómo iba a hacer un sólo de batería acompañado por el grupo. Inventé un pattern de 16 compases para el piano, bandoneón y contrabajo. Grabé ese patrón con sonidos virtuales en mi computadora e hice una edición con repeticiones infinitas. Así comencé a practicar mí solo de batería. Luego hice un armado del tema y creé un clima para el solo de piano de 12 compases en La menor, sin ritmo, generando una atmósfera tranquila, aérea. Para salir de este clima, hice un pattern de efecto de dos compases con la intención de meternos en el ritmo y la armonía del tema, para después continuar con el solo de piano.

¿Y luego qué sigue?
Termina el solo de piano y viene el mío, junto con el grupo. Hago el solo y para la salida hago dos compases de «yumba» (efecto rítmico del tango) a la mitad de velocidad y luego dos compases a la velocidad previa; posteriormente continuamos con el tema para llegar a un nuevo fragmento de la canción, donde cambia de tono, tiene gran intensidad y profundidad. Así llegamos a la última parte, donde cambié el final de Astor sin perder la intención del arreglo original.

¿Cómo definieron el comienzo del tema?
Eso se dio en el ensayo. La verdad es que fue idea de Juan Pablo Navarro o de Cristian Zárate la de empezar con una improvisación del contrabajo sobre la armonía del tema y el trío sumándose. Hay muchas cosas que fue aportando el grupo sobre la marcha, a diferencia del arreglo original de Astor donde claramente los músicos hacían lo suyo en base a lo que ya estaba escrito.

¿Cuántos temas componen este material y cómo está formado el repertorio?
Son siete canciones. “Libertango” es un tema que está desde siempre, así que lo incluí. Otra canción es “Puñalada”, milonga del pianista y compositor Pintín Castellanos, con la que tuve que trabajar sobre ese arreglo que originalmente estaba hecho por Leonardo Sánchez, un guitarrista que vive en París, y Cristian Zárate. Yo quería que fuera algo más para tocar con el cuarteto, así que lo cambié todo; metí un solo de piano y bajo. Quise que fuera un disco en el que hubiera solos de todos. Para mí esto es mucho más tango que jazz, pero sí el jazz está presente en lo que refiere a la improvisación y los solos. Por otro lado, la batería aquí tiene su papel y juega, pero no es un disco típico de baterista, en donde hay solos de batería y nada más.

¿Cuánto se ensayó para esta grabación?
Muy poco. Ensayamos cinco temas que fueron los primeros que se grabaron. Estructuralmente no cambiamos nada durante la grabación, por ahí algo que surgió en el momento, pero nada más. Los arreglos de Cristian Zárate están escritos y yo creé un panorama de cómo iba a tocar, pero no escribí una partitura de batería. Generalmente, en los grupos de tango que he tocado, me he guiado con la partitura de contrabajo, pero cuando se trata de mi música me tengo que poner yo a crear esas partes. Es complejo a veces escribir las cosas para la batería, inclusive en la música popular o el jazz.

Acompañar es todo un arte, porque cuanto más dificultad tiene la música, acompañar con la batería se torna más complejo.
Sí, totalmente. En lo que refiere a Astor Piazzolla, él tenía escritas las cosas fundamentales para batería: eran 3 o 4 momentos de referencia.

¿En esta ocasión te manejaste de manera diferente a como lo hacías originalmente con Astor?
Sí, porque mi propuesta era mucho más libre desde la batería. A ver, en esta oportunidad no quise tocar exactamente lo que interpretaba con Piazzolla, aunque en algún momento sí lo hago, como por ejemplo en “Libertango”. Ahí toco un 3+3+2 en hi hat y bombo, que es algo típico, que ya estaba hecho.

En referencia a esta canción, ¿qué papel jugó la velocidad en comparación al tema original?
Pensé a “Libertango” un poco más lento que la versión original. Me armé un pattern y estudié mi solo. Pero cuando fuimos a grabar al estudio lo hicimos más rápido, así que pasó que algunas de las ideas que tenía no las podía tocar a esa velocidad. Así que tuve que cambiar y tocar otra cosa.

¿Qué podrías comentar acerca de la baguala “Quillén”?
Ese tema quedó muy bien, porque baja un poco la intensidad, es un descanso para el oído. Es otra cosa. Es una canción que compuse hace treinta años; lo grabé yo con una casetera haciendo sonido sobre sonido. Puse el piano, el bajo, un sintetizador y una batería eléctrica.

¿Tenías pensado ya de antemano grabarlo?
No, tenía cinco temas para grabar, pero “Quillén” no estaba. Para mí el disco ya estaba completo, pero después me comentaron que en realidad cinco temas no componen un álbum: éste tiene que tener siete canciones para ser considerado como tal. Así que grabé dos más: “Zita” y “Quillén”. Cristian (Zárate, pianista) fue mi mano derecha en todo y trabajamos juntos. El solo, que yo hacía con el piano, lo pasé al bandoneón. La verdad es que no pude ensayar mucho esos dos temas. Se dio todo ahí, en el estudio.

¿Cómo surgió la idea del nombre del disco y su portada?
Había que hacer una portada y yo sabía que no quería poner una foto mía. Así que se me ocurrió incluir un trabajo de Silvia Rivas, que es una artista que admiro mucho y que tiene una serie de dibujos llamada Odisea Invisible. Silvia hizo una exposición en La Boca con algunos de sus trabajos y quedé impresionado. Así elegí uno de sus dibujos, me animé y la llamé. Le pregunté si podía utilizar uno de ellos para el arte y portada y me dijo que sí. Le mandé el boceto de la grabación y le dije que el arte iba a estar bien cuidado, no iba a poner nada sobre el dibujo. También le comenté que me encantaba el nombre y me autorizó a utilizarlo.

¿Cómo fuiste convocando a los músicos?
Cristian Zárate (piano) siempre estuvo, me apoyó y me empujó como amigo. Ayudó a que pudiera concretarlo y que no pasara más tiempo.  Luego se sumó Nicolás Enrich en bandoneón y Juan Pablo Navarro (contrabajo) fue el último en subir a bordo.

¿Cómo se dio tu acercamiento a Acqua Records?
No quería tener que editar y distribuir un disco, así que estoy agradecido al sello porque hicieron todo el trabajo correspondiente. Este nuevo material será presentado oficialmente en marzo.

Contame cómo fue que cambiaste la melodía de “La Puñalada”.
La invertí, porque se me ocurrió un pattern de batería que obligó a cambiar la acentuación de la melodía. Está, pero desfasada, para servir al patrón rítmico que yo creé. Tuve que estudiar mucho para poder tocarlo.

A la hora de realizar el mastering, ¿hubo muchas correcciones en los niveles?
No, porque la mezcla ya está hecha. Por ahí lo que se hizo es ajustar un poco los niveles para darle un poco más de calor. Como los discos ahora se suben a las redes, si se pasan de rosca, hay una máquina que recorta y “aplasta” todo.

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