octubre 16, 2025

Leandro Fresco: «Cerati y Melero son dos gigantes»

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Entrevista: Hernán Osuna

De formación autodidacta, el caso de Leandro Fresco es una mezcla de autoconocimiento, empuje, constancia y estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Apoyado en sus inicios por Daniel Melero, el DJ y músico es quizás demasiado rockero para la electrónica y demasiado electrónico para el rock.

Fresco formó parte de la banda de Daniel Melero y luego siguió jugando en las grandes ligas como tecladista y programador de la banda solista de Gustavo Cerati. Antes de eso, se inició en la electrónica y formó parte de una camada de DJ’s que de alguna manera fueron pioneros del género en el país.

Hoy, afincado en San Martín de Los Andes, el músico rememora algunos recuerdos de su carrera junto a Recorplay Música y analiza el peso de las figuras de Daniel Melero y Gustavo Cerati en la música argentina. Además, su actualidad y qué álbumes no pueden faltar en su discografía habitual.

En noviembre salió tu nuevo trabajo en Kompakt Records junto a Thore Pfeiffer. ¿Estás trabajando en algún nuevo material?

Hicimos ese tema con Thore y si bien tengo algún plan para este año, no tengo nada definido. Acá estuvo en febrero la fiesta Walüng, de la cual soy uno de los organizadores. Actualmente vivo en San Martín de Los Andes y con la pandemia medio que me instalé un poco más acá. Fue la séptima edición y la ubicación de la fiesta es lo que le da el color especial. Hay un montón de fiestas ya instaladas en la Argentina, pero estamos muy contentos de haber sumado a la región sur, que quizás no estaba tan incorporada. Es un proyecto a largo plazo, somos cuatro socios en la organización.

Qué importante es también posicionar al sur como punto de referencia para las fiestas electrónicas.

Sí, si bien venían haciéndose cosas en Bariloche, también empezaron a darse cosas en Neuquén y otros lados. Se amplió un nuevo punto de referencia para las giras de los DJ’s internacionales en Argentina.

Retornando tu faceta como DJ, estás en el género del ambient, un género que siempre te interesó. Sé que uno de tus primeros trabajos junto a Gustavo Cerati fue en la banda sonora de la película Más Bien. ¿Estás abierto a nuevas producciones vinculadas al cine y a las series?

Me encantaría. Es un mundo medio misterioso, tiene un ambiente como medio cerrado, como pasa en el mundo de la publicidad o de los jingles para televisión. Este año pasó algo curioso. Te cuento: mi familia tiene una casa en Valeria del Mar que fue alquilada para una producción de Flow, en la que están Julieta Cardinali, Julián Cerati y más personas. Lo curioso fue que alquilaron esa casa y ninguna de las partes sabía nada. Lo tomo como anécdota, porque si bien todavía no compuse ningún score para series o cine, me pareció curioso de que alquilaran la casa para algo cinematográfico. Así que lo tomo como una señal del universo.

Formaste parte de Connected, el ciclo de recitales que brindó Hernán Cattaneo en el Teatro Colón. Fue una experiencia disruptiva en la Argentina, ya que no era algo habitual mezclar música electrónica con una orquesta sinfónica. ¿Qué recuerdos tenés de esos shows?

Tengo los mejores recuerdos. Eso fue gracias a Oliverio Sofía, un DJ y productor conocido aquí en Argentina, que colabora con Hernán, forma parte del grupo Sound Exile y es uno de los socios Walüng. Ya veníamos compartiendo algunos proyectos con él y quien me recomendó para cantar junto a Hernán Cattáneo fue Oliverio, así que estoy más que agradecido. Después, por otro lado, sin quererlo fue como medio un hito en la historia de la música electrónica lo de esos conciertos. Además, el hecho de haber tocado con una sinfónica y encima en el Teatro Colón, es algo que jamás imaginé nunca. Haber cantado en esa sala fue uno de los gustos más grandes que me di. Imaginate la cantidad de gente que pasó ahí: desde referentes de la música clásica a otros. En la sesión de Connected, también estuvo Nick Warren y ahí lo conocí a Nick. Unos años más tarde lo trajimos a Walüng.  y Nick no sabía que yo estaba en la organización. Son esas cosas que te impulsan a seguir, cosas que van pasando y te llenan de alegría.

¿Cómo se dio tu primera aproximación a la música electrónica? Percibo que siempre fuiste un músico abierto. ¿Cómo fue adentrarte en la electrónica en épocas del MIDI?

Comencé en una época en  las que las computadoras tenían menos posibilidades que las que puede dar un celular hoy. Mi primera computadora fue una Commodore 64. Con ella no producía música, pero la siguiente fue con una PC con un mega de memoria, sin disco rígido y con esos discos flexibles. Tenías que bootear la computadora y tener mucho cuidado. Compré mi primera interfaz MIDI en PC MIDI Center, que en esa época estaba en Bon Street. Ahí arranqué con dos amigos del colegio y entre los tres siempre estábamos intentando cosas. Teníamos que pasarnos leyendo manuales y traduciéndolos, pensá que no había internet. Capaz te pasabas doce horas intentando que anduviera todo y te ibas a dormir y no habías hecho música. Yo quiero andar en auto, no fabricarlo (risas). Fueron años de estar en eso. Luego fue avanzando la tecnología y pude comprarme un sintetizador y un DAT.

Inicialmente tu idea fue la de armar una banda tradicional.

Sí, pero a raíz de toda la información que empecé a recibir, de revolver discos en disquerías y de juntarme con amigos, fui abandonando la idea de tener una banda tradicional y fui mutando hacia la idea de convertirme en músico solista. Cuando descubrí a Brian Eno y a Aphex Twin ahí directamente dije: “Ok, voy a ir por este lado”.

Contame cómo surge tu conexión con Daniel Melero.

A los 19 años le envié una carta con un demo de música electrónica experimental a Daniel. Creo que no había ni una nota musical; solo eran texturas y ruido. Me gustó la idea y pensé: “Cómo voy a meterme en toda esa multitud de gente que quiere tocar y tener una banda?”. Pensé que si me metía en la música electrónica, iba a ser más fácil “levantar cabeza” en ese lugar menos poblado que en el rock. Y además fue una actitud punk a lo Sex Pistols, tipo “Me importa un carajo todo, voy a hacer esto”. Ese fue el approach que tuve para componer mi primer álbum.

Volvamos a Daniel Melero. Me decías que inicialmente le enviaste una carta con un demo.

Sí. Déjame señalar que él fue fundamental para mí. Yo no tengo ninguna formación académica como músico. Canté en el coro del colegio, había un piano en casa y una guitarra, pero me mandaban a estudiar y yo volvía y me ponía a sacar cosas que a mí me gustaban, de oído. Cuando veía a Daniel tocar con Soda Stereo y empecé a leer sus entrevistas, conocer más sobre él y me enteré que tampoco era un músico formado, fue como una luz de esperanza para mí. Yo me preguntaba: “¿Cómo voy a ser músico sin tocar nada?”. Y a través de Daniel y de Brian Eno, que encarnaban un poco esa idea, se me encendió la lamparita. Daniel Melero, a pesar de que fue muy resistido, es uno de los personajes más importantes que tiene el rock argentino. Muchos hoy hablan del dúo Cerati-Melero. Tuve la suerte de trabajar con los dos y de conocerlos y me parece que son dos gigantes. Creo que por algo confluyeron y pudieron trabajar juntos.

Me decías que inicialmente le enviaste una carta con un demo.

Sí, dejé un casete con una carta en Estudio Moebio. Daniel estaba grabando el segundo disco de Los Brujos. Yo vivía en zona sur, en esa época estudiaba Diseño Gráfico y un día cuando volvía pasé por el estudio y dejé el casete. A las cuatro cuadras me arrepentí y volví a buscar el casete. Me había arrepentido, me inhibí. La chica que me atendió me dijo que ya no estaba, que se lo habían llevado. Eso fue un jueves. El sábado a la mañana me llama mi madre, yo estaba durmiendo. Me pasa el teléfono y cuando atiendo era Daniel. “Hola Leandro, te habla Daniel Melero”. Yo tenía 19 años, ¿entendés? Me dijo que le había parecido muy interesante el disco y quería que nos juntáramos a charlar. A la semana siguiente fui a conocerlo, él todavía vivía allá en Córdoba y Esmeralda. Lo más increíble es que ese año Melero me vota como Revelación en la encuesta del Sí de Clarín, cuando yo todavía no había sacado ni un tema.

Gran apoyo.

Totalmente, aparte eso fue muy importante porque a partir de ahí empecé a recibir invitaciones para tocar en ciclos como la Fundación Banco Patricios, que quedaba en Sarmiento y Callao, o  en el Instituto Goetthe. Todo el inicio de mi recorrido es indudablemente gracias a Daniel: él hizo todos los arreglos para que pudiera sacar mi disco a través de un sello llamado Sonoridades Amapola. El sello es de la banda Estupendo. El álbum de ellos, ‘Bistró Málaga’, está visto como hoy como el antecesor de ‘Moon Safari’, el primer disco de AIR. Y también mi debut como músico profesional fue con Daniel, porque me invitó a tocar en la presentación de su disco ‘Rocío’. Mi primer show en las grandes ligas no fue con Gustavo Cerati sino con Daniel Melero. Lo quiero mencionar porque todavía tengo relación con él y para mí es uno de los grandes conceptualizadores de la música que tiene Argentina. Es una de las mentes más brillantes que existe, un tipo no encasillable. Es tan prolífico que saca como tres discos por año: no para. Me gusta escucharlo mucho tanto en entrevistas nuevas como viejas. Es una fuente inagotable de info e inspiración en todo sentido. Sin el apoyo de él creo que hubiera sido muy diferente mi recorrido.

¿Cómo era la metodología de trabajo de Gustavo Cerati? Contame por favor alguna experiencia en el estudio con él.

Tuve la suerte de trabajar en casi todos los discos solistas de Gustavo, menos ‘Amor Amarillo’, que fue hecho cuando todavía estaba Soda Stereo, ni en ‘Bocanada’. Cada uno de esos álbumes fueron completamente diferentes. Si nos referimos a ‘Ahí Vamos’, en un disco que se originó a través de zapadas. Gustavo venía de ‘Siempre es Hoy’ y para ‘Ahí vamos’ había decidido modificar un poco la formación de la banda, siempre le gustaba eso. Cuando él me propuso grabar ‘Siempre es Hoy’ sabía que no siempre mantenía la misma formación de músicos, nunca imaginé que iba a volverme a llamar para otro disco. Sabía que su método de trabajo era así y no sentía decepción. Pensaba que a lo mejor no me llamaba para otro álbum, pero que podía llamarlo para ir a tomar una cerveza. Fue una sorpresa cuando me llamó y en el inicio estuvimos Fernando Nalé, Gustavo y yo en el control de su estudio, con la particularidad de que yo tocaba la batería electrónica: una Roland con pads. Cerati todavía no tenía definido quién iba a ser el baterista, que luego terminó siendo Fernando Samalea. Así que la primera tanda de temas que se hicieron fueron en esa especie de trío loquísimo, porque imagínate, yo estaba tocando la batería…

Wow. Gustavo sí que era una caja de sorpresas.

Sí, y aparte vos pensá también en la apertura mental de él de llamar a un pibe que no tenía idea de qué acorde estaba tocando, que en su gira anterior había actuado como una especie de programador y tecladista, y al cual ahora le decía “Sentate en la batería y tocá”. Hay que salirse de la visión de músico, eh. Siempre tenía como esa búsqueda más allá de lo convencional. Como te decía, fue un disco surgido a base de jams.

¿Eso se grababa en Pro Tools, ¿no?

Sí, absolutamente todo. Después íbamos al control del estudio, Gustavo se sentaba y empezaba a editar y juntar todos los retazos. Pero te hablo de jams como de quince minutos… Muy loco. Esa fue la metodología de composición de ‘Ahí Vamos’ que fue todo lo contrario a ‘Fuerza Natural’. En ese álbum Gustavo vino directamente con el disco, nos dijo que nos lo aprendiéramos y soltó un “Nos vemos en el estudio”.

Para cerrar, nombrame tres discos que te hayan volado la cabeza.
Uno es ‘1981’ de Marcus Guentner, un chico que está también en Kompakt Records… Tengo un montón de discos que me impactaron la verdad. También podría ser ‘Songs Of Faith And Devotion’ de Depeche Mode.

Discazo.

¡Sí y todo lo que pasó después de ese disco!

¿Y el tercer disco?

‘Relax’ de Virus.

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