David Lebón, La magia de estar aquí, el libro que faltaba, un viaje por la vida y obra de uno de los músicos más queridos del rock argentino.
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Por Hernán Rago
Si hay un músico entre los pioneros del rock argentino que puede mirar atrás sin ira, y más aún con lucidez, gratitud y gracia, ese es David Lebón. Fue, digámoslo, un “pionero precoz” que de muy chico tocó con todos: con Pappo en Pappo’s Blues, con Spinetta en Pescado Rabioso o como invitado de Sui Generis. Pero además su historia previa es extraordinaria: se crio musicalmente en Estados Unidos, con una madre nacida en China que trabajó como espía durante la Segunda Guerra Mundial. La posterior a esa agitada década del 70 es directamente mítica: socio fundamental de Charly García en Serú Girán y dueño de una sólida carrera solista en constante movimiento. En La magia de estar aquí, su recién publicado libro de memorias, repasa con candidez y gran sinceridad su vida y esa filosofía que lo ha acompañado siempre.

El libro, escrito junto al periodista Marcelo Fernández Vitar y editado por Planeta, tiene cierto orden cronológico, aunque libre y desestructurado, como su autor. Lebón va contando su itinerario personal y artístico, desde su infancia en Miami y su adolescencia en la bohemia rockera porteña, hasta su presente como abuelo, sin dejar de lado su consagración como guitarrista, cantante y compositor. En uno de los pasajes afirma: “Nunca voy a parar de hacer cosas”, una frase que resume su impulso creativo y su misión en la tierra.
Cada capítulo del libro es un flash de su vida, donde se mezclan la música, el azar y los recuerdos: sesiones en estudio, ensayos interminables, giras y encuentros con amigos que dejaron huella. Habla de Polifemo, Seleste, Serú Girán y sus colaboraciones con Pappo, Spinetta y Sui Generis, siempre con honestidad y humor, pero también con detalle técnico y musical, mostrando su ojo de músico virtuoso pero sin formación académica.
Una de las decisiones más importantes que comparte es haber elegido volver a vivir en Argentina. Podría haberse quedado en Estados Unidos, donde tenía oportunidades de trabajo y conexión directa con músicos de primer nivel, pero decidió volver a sus raíces. Esa elección refleja su manera de estar presente, de valorar lo cotidiano y de conectar con la gente y con la historia musical de su país.
Otro eje del relato es su relación con su guía desde hace décadas. Lebón descubrio a Prem Rawat en una época de confusión, cuando Pippo Lernoud lo llevó a conocerlo porque vio que tenía mucho ruido en su cabeza. Prem es un líder humanitario que enseña sobre paz interior y autoconocimiento. Lebón cuenta que lleva cuarenta años recibiendo sus enseñanzas, y que de él aprendió lo importante de fluir, de no querer controlar todo, y de encontrar orden y claridad incluso en medio de la intensidad de la música y la vida. Esa guía lo ayudó a mantener equilibrio y perspectiva, tanto en lo personal como en lo artístico, y se refleja en su manera de enfrentar los desafíos, desde giras agotadoras hasta sesiones de estudio maratónicas.

Sobre Serú Girán, Lebón reflexiona con admiración y respeto por lo que lograron juntos: la banda no solo fue un conjunto de músicos excepcionales, sino un proyecto donde cada integrante aportaba su voz y su visión. Destaca la libertad creativa, la química entre los músicos y cómo cada disco y cada show eran un desafío y una oportunidad de superarse. Para él, Serú Girán sigue siendo un referente de colaboración, compromiso y búsqueda constante de excelencia musical. Recuerda noches enteras de ensayo donde la música surgía como conversación entre amigos, la importancia de confiar en cada miembro y de construir juntos algo que trascendiera más allá de los enormes egos individuales.
La edición incluye un prólogo de Pedro Aznar, quien define a Lebón como portador de “duende”, y una sentida dedicatoria de Charly García: “Siempre seré tu amigo del alma. Ojalá podamos volver a compartir nuestras vidas en paralelo con las melodías y las letras que nos hicieron hermanos y cómplices”. Estas palabras refuerzan la idea de que Lebón no es solo un músico extraordinario, sino también un hombre que valora la amistad, los lazos y la complicidad artística.
Marcelo Fernández Vitar logra que Lebón se muestre tal cual es: ni héroe ni leyenda intocable. Cada anécdota —desde vuelos perdidos hasta milagros inesperados— refleja la filosofía del libro: “estar aquí”, presente en cada instante, en cada nota, en cada encuentro.

Foto : Gustavo Pose
Al leer estas páginas, uno realmente siente que está con David, charlando relajado, escuchándolo contar su vida, tal como la recuerda, con su única y particular cosmovisión. La magia de estar aquí no es solo un libro para fanáticos del rock: es un testimonio de cómo un músico vive la vida, entre el azar, la música y la memoria, valorando los detalles, las decisiones y las personas que hacen que cada momento cuente. Entre la música, la familia y las enseñanzas de Prem Rawat, Lebón muestra cómo se puede vivir plenamente, sin prisa y con atención a lo que realmente importa.
El libro también narra lo que Lebón describe como una segunda oportunidad, tras su seudo exilio mendocino de doce años. Sus últimos años de carrera, de la mano de Patricia, su manager y compañera, fueron de reconocimiento y éxito absoluto: por primera vez en su vida, ganó premios con sus discos Lebón y Compañía Vol. 1 y Vol. 2. También recuerda cómo esa etapa le permitió reconectarse con su público, disfrutar cada concierto con libertad y ver finalmente reconocida su obra, un cierre de ciclo que combina perseverancia, talento y acompañamiento humano.
Al final, el lector se siente parte de ese viaje, conectado con un hombre que, más allá de los escenarios y los discos, nunca dejó de estar presente. La magia de estar aquí muestra a David Lebón tal como es: agradecido, sincero y en constante movimiento hacia el futuro.
