Grabado en Buenos Aires: Tango Argentino, cuando la memoria técnica se convierte en emoción
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Por Hernán Rago
El domingo 28 de septiembre, la sala 411 del Palacio Libertad volvió a transformarse en un espacio de culto. Allí, bajo la bandera de Grabado en Buenos Aires, se celebró un nuevo encuentro dedicado a rescatar la historia del tango desde el lugar menos visible, pero quizás más decisivo: la cabina de grabación.
Cuatro nombres fundamentales del audio argentino —Jorge «Portu» Da Silva, Osvaldo Acedo, Mario Sobrino y Norberto Villagra— se sentaron frente al público para abrir cofres de recuerdos que son, a la vez, historia técnica y patrimonio cultural. No fueron solo relatos de estudio: fueron escenas íntimas, marcas sonoras y revelaciones sobre cómo se construyó la identidad grabada del tango.

El viaje de las consolas
La conversación, moderada con precisión y sensibilidad por Ignacio Varchausky, atravesó más de medio siglo de grabaciones. Desde los registros analógicos de los años 60 hasta la irrupción del digital, pasando por micrófonos legendarios, consolas que se volvieron míticas y soportes que hoy son piezas de museo.
Cada ingeniero evocó no solo una época, sino una manera de escuchar. Hablaron de limitaciones técnicas que se convirtieron en estilo, de recursos que forjaron la personalidad del género. En la voz de Da Silva aparecieron los desafíos de microfonear grandes formaciones con pocos canales, en la de Villagra el respeto casi reverencial por quienes lo precedieron, en la de Sobrino la emoción por voces que lo marcaron para siempre, y en la de Acedo la memoria de los días junto a Astor Piazzolla.
Piazzolla en la cabina
Uno de los momentos más intensos llegó de la mano de Osvaldo Acedo. Con la serenidad del que carga décadas de estudio, relató anécdotas de sus jornadas junto a Piazzolla. Y no solo habló: compartió lo que muchos consideran la mejor grabación de Adiós Nonino, aquella con el quinteto, con su increíble introducción en piano, en la que la expresividad del bandoneón parece romper la frontera del tiempo. La sala se quedó en silencio absoluto, conmovida ante la posibilidad de escuchar esa versión en condiciones de alta fidelidad. Fue un instante donde la técnica y la emoción se dieron la mano.
Goyeneche cara a cara
Otro momento de revelación llegó con Mario Sobrino, que no pudo evitar la emoción al recordar sus días junto a Roberto Goyeneche. Contó conmovido que el Polaco tenía una costumbre tan extraña como poderosa: hablarle directamente al parlante del estudio, como si supiera que del otro lado había un oyente imaginario esperando, como si no nos hablara a nosotros, sino al futuro y en esa anecdota se resumió la magia irrepetible del cantor.
El respeto de Villagra

Norberto Villagra, uno de los ingenieros más respetados de la escena, eligió un camino distinto: el de rendir homenaje. Con la humildad de los grandes, habló de la importancia de sus maestros, varios de ellos presentes en la sala. “Sin ellos yo no estaría acá”, dijo, y en ese gesto quedó claro que la transmisión del saber técnico también es un legado cultural. Villagra recordó las lecciones recibidas en sus primeros días de estudio y agradeció el privilegio de poder compartir la mesa con quienes marcaron el rumbo.
La escucha como ceremonia
El marco no pudo ser mejor. Con el sistema de alta fidelidad de Mascuatro Audio Video y Focal, cada fragmento musical elegido sonó con una claridad sorprendente. Piazzolla, Goyeneche, Antonio Agri, Raúl Lavié, Walter Ríos, Mariel Dupetit, Mariano Mores, la orquesta típica Pichuco… Todos cobraron nueva vida en esa sala acondicionada acústicamente para que el sonido fuese protagonista.
Hubo momentos de emoción colectiva: algunos cerraban los ojos para dejarse atravesar por las grabaciones, otros apenas movían la cabeza siguiendo un compás ya internalizado. Se trató de una experiencia de escucha comunitaria, rara en estos tiempos de consumo individual y auriculares personales. Allí, el tango volvió a ser un ritual compartido.
El detrás de escena
Nada de esto hubiese sido posible sin la precisión de Carlos Boffa, la producción integral de Ana Tarantola y Víctor Volpi, la voz en off de Guillermo Elías y la cobertura fotográfica de Gabriel Imparato, que retrató lo visible y lo invisible de la noche. También se agradeció la presencia de Mariel Dupetit y Walter Ríos, que sumaron emoción desde sus propias trayectorias.

Playlist de la noche
El encuentro brillo con una escucha guiada de obras seleccionadas por cada ingeniero. Una lista que, más allá de su diversidad, terminó funcionando como un mapa sonoro del tango y sus huellas en la historia de la grabación:
Osvaldo Acedo: Tanguera, Mariano Mores y su Gran Orquesta (1982, Odeón) – 2:31
Jorge “Portu” Da Silva: Todo Corazón, del vinilo Los 14 de Julio De Caro de Luis Stazo (1975, Fermata) – 4:53
Mario Sobrino: Adiós Nonino, de Los Poetas de Piazzolla con Mariel Dupetit y Walter Ríos (2019, Melopea) – 5:50
Norberto Villagra: Golondrinas, de Raúl Lavié, 50 años no es nada (2007, Alfiz Producciones) – 4:09
Osvaldo Acedo: Adiós Nonino, Astor Piazzolla y Quinteto (1969, Trova) – 4:55
Jorge “Portu” Da Silva; Nocturno a mi barrio + Ese muchacho Troilo (medley), del CD Corazón adentro, Polaco Goyeneche con Raúl Franzetti (1985, RCA) – 2:02
Mario Sobrino: Viejo ciego, de La Conversación, Antonio Agri con Roberto Goyeneche y Esteban Morgado (1994, Melopea) – 3:48
Norberto Villagra: Cachirulo, Orquesta Típica Pichuco (2021) – 2:34
Un recorrido que fue mucho más que un programa musical: fue un espejo de la memoria técnica y cultural del tango grabado. Porque, como quedó demostrado en la 411 del Palacio Libertad, la emoción de un género no está solo en la interpretación de sus músicos, sino también en el oído atento de quienes supieron grabarlo.
